Que si jujeño, que sos ciudadano de segunda.
¡Che, la bronca que da ver la diferencia entre los sueldos y el pago de servicios entre Jujuy y el AMBA. Es tremenda! Parece que vivimos en dos Argentinas distintas, y los porteños y bonaerenses del conurbano tienen un pase VIP que el resto ni olemos. Y no es solo una sensación, ¡es la dura realidad en la billetera de cada uno!
Arranquemos por el transporte público, que es un calvario para los jujeños. Acá, el bondi te sale un huevo, mientras que en el AMBA, con la bendita SUBE, viajan por chirolas. Es una locura: ellos pagan una fracción de lo que pagamos nosotros para ir a trabajar o a estudiar. En San Pedro ni te cuento. Recién el Payaso se dio cuenta de que en las ciudades de todo el mundo funciona un servicio de colectivos y al parecer hasta podría darse el caso de que finalmente lo implemente. Falta que alguien le diga que los impuestos que cobra, incluyendo el increíble robo de monedas por cada litro de combustible gastado, se usa para mantener las calles mínimamente transitables, por fa, que alguien le avise. De momento el Sampedreño se conforma con compartir los apretujones en un autito. Total son un par de kilómetros solamente. Pero la conch… lo pagamos el doble que el porteño que recorre 27 kilómetros.
¿Por qué esa desigualdad? ¿Acaso nuestro tiempo y nuestro laburo valen menos? ¡Parece que sí! El subsidio al transporte es una sangría para el bolsillo de todos los argentinos, pero el goteo principal se va para la Capital y alrededores. Es como si el Estado dijera: "Priorizemos que los de Buenos Aires lleguen cómodos a la oficina, es la gran pecera donde pescar votos; el resto no pinta nada, ¡que se arregle!".
Y ni hablemos de los sueldos. Un laburante en Jujuy, en general, cobra bastante menos que uno que hace lo mismo en el AMBA. Pensemos en un empleado de comercio, un administrativo, ¡o hasta un docente! La diferencia es abismal. Entonces, si nuestros sueldos son más bajos y los servicios más caros, ¿cómo hacemos para llegar a fin de mes? La respuesta es que nuestros políticos son acomodados al poder central y a sus intereses y por eso no llegamos a fin de mes, o lo hacemos con el agua al cuello.
Esta disparidad no es casualidad, es una decisión política. El AMBA, con su densidad de población, concentra la mayor parte de los votos. Entonces, los gobiernos, sin importar el color político, le tiran plata y beneficios para asegurarse la elección. Es un cálculo frío y egoísta que ignora las necesidades del resto del país.
¿El resultado? Una Argentina desigual, donde el centro se lleva la mejor parte y las provincias nos sentimos ciudadanos de segunda, que no movemos el amperímetro en una elección. Por eso es hora de levantar la voz y exigir un trato justo. No somos ciudadanos de segunda, y merecemos los mismos derechos y oportunidades, sin importar dónde hayamos nacido o vivamos. Somos ciudadanos argentinos con igualdad de derechos. ¡Basta de centralismo porteño!
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