miércoles, 3 de septiembre de 2025

La importancia de la toma de decisiones

Un Viaje del Desgano a la Agencia: Cómo el Acto de Decidir Transforma Vidas y Países



Introducción: La Epifanía de la Apatía

Recuerdo ese momento con una claridad abrumadora. Era una sensación de desgano profundo, una creencia de que no importaba lo que hiciera, las cosas seguirían igual. Me sentí desmotivado, como si la indiferencia fuera la única respuesta racional a un sistema irracional. Esta percepción, sin embargo, no era un sentimiento aislado. Era un eco que resonaba en las conversaciones cotidianas con mi familia, amigos y colegas, una frustración compartida que se manifestaba en quejas sobre la burocracia, la corrupción y la ineficacia de las instituciones. Esta sensación de impotencia generalizada me llevó a una pregunta fundamental: ¿es esta apatía una patología nacional o una respuesta condicionada a las circunstancias? Mi tarea, me propuse, no sería simplemente la de describir el problema, sino la de diseccionarlo, comprender sus mecanismos y, lo más importante, identificar las vías por las cuales el cambio podría manifestarse.

Este escrito es el resultado de un viaje de análisis que fusiona la experiencia personal con la investigación académica. Se exploran las interconexiones entre la psicología individual y la sociología institucional, el desgano personal y la inacción colectiva. El objetivo de este informe es demostrar que la inacción no es una condena inmutable, sino una elección, y que la toma de decisiones, por pequeña que sea, es la chispa que puede encender el progreso en nuestras vidas y, en última instancia, en nuestra sociedad.

Parte I: El Despertar Interior: La Batalla por la Agencia Personal

El primer paso para comprender la problemática de la inacción es un examen del fenómeno a nivel individual. La apatía y el desgano son estados psicológicos que, aunque a menudo se confunden con la pereza, tienen raíces profundas y complejas. La indiferencia, que a veces es una defensa contra la frustración, puede manifestarse como una "falta de interés, motivación o respuesta emocional ante situaciones cotidianas". El desgano y la falta de fuerza, como señalan los psicólogos, son fenómenos reales que experimentamos ante estímulos que, en otras circunstancias, nos atraerían.

Esta sensación de que no vale la pena siquiera intentarlo está intrínsecamente ligada a un concepto psicológico clave: la "indefensión aprendida". Al igual que los sujetos de los experimentos, las personas pueden llegar a sentir que, después de múltiples intentos fallidos para cambiar una situación adversa, sus esfuerzos individuales son inútiles. Esta percepción de falta de control sobre los resultados se manifiesta en una pasividad observable, una baja autoestima, un pesimismo generalizado y un sentimiento de victimismo. La sensación de "inutilidad" o "incompetencia" es un patrón de pensamiento negativo que se refuerza constantemente cuando se perciben obstáculos sistémicos insuperables.

Esta pasividad no se limita al ámbito personal; tiene una profunda conexión con el contexto social. Cuando la gente cree que el cambio legislativo o las iniciativas de la sociedad civil no pueden resolver por sí solos la complejidad de los problemas de la sociedad, se produce una inacción colectiva. Esta falta de participación se extiende a la vida pública, donde la participación ciudadana puede ser "bloqueada y banalizada" por mecanismos que desincentivan la acción. El fatalismo, la creencia de que la posibilidad de cambio es ajena, se convierte en un bloqueo tendencioso para cualquier esfuerzo.

La experiencia de la burocracia actúa como un reforzador clave de la indefensión aprendida. Cuando un ciudadano de América Latina se enfrenta a la complejidad, las demoras y la corrupción de los trámites, a menudo opta por "tirar la toalla" y simplemente evitar la interacción con el sistema. Esta experiencia es mucho más que una simple molestia; es un proceso de condicionamiento que enseña a la gente a no esperar un resultado positivo de la acción racional. Pagar un soborno para "agilizar" un trámite refuerza la idea de que el control no reside en la adhesión a la norma, sino en la transgresión o en la arbitrariedad de un tercero. De esta forma, la inacción del funcionario, su "pasotismo" o falta de respuesta , se convierte en el complemento perfecto para la percepción de falta de agencia del ciudadano, creando un ciclo de retroalimentación donde la apatía se perpetúa.

Frente a este panorama, el antídoto es la toma de decisiones y el desarrollo de la proactividad. La toma de decisiones es una capacidad psicológica superior que nos permite "escoger el plan de acción más adecuado" y "anticipar sus consecuencias futuras". Para mí, la proactividad comenzó con una pequeña elección: la decisión consciente de no resignarme, de empezar a buscar soluciones en lugar de buscar culpables. Esta es la esencia de la "agencia," el sentimiento de "estar a cargo de nuestras vidas". No se trata de un acto aislado, sino de un proceso continuo que implica un profundo autoconocimiento, la definición de metas claras y una planificación cuidadosa. La proactividad nos impulsa a "tomar acciones deliberadas para influir en los resultados y mejorar su propio desempeño y el de su equipo". Este cambio de mentalidad tiene un impacto significativo, no solo en la vida del individuo, sino en su entorno. La evidencia sugiere una relación directa entre la toma de decisiones racionales y el bienestar psicológico. Las personas con un fuerte sentido de propósito y proactividad experimentan una mayor autoaceptación, libertad, responsabilidad y una visión más positiva del futuro. Este bienestar subjetivo, este sentimiento de autoeficacia , se irradia a la familia y a la comunidad, sirviendo de ejemplo y demostrando que es posible influir positivamente en las circunstancias.

Parte II: El Reflejo Social: Un País que se Siente Impotente

La experiencia personal de la impotencia se refleja en un sistema institucional que a menudo parece diseñado para reforzar la inacción ciudadana. La burocracia, en su manifestación cotidiana de "la ventanilla," se convierte en el principal punto de fricción, donde un trámite simple se transforma en una odisea de largas esperas, requisitos absurdos y visitas múltiples. Los sociólogos describen este fenómeno como la inacción en el "contacto directo con el cliente," donde el "pasotismo" de los funcionarios fomenta la indiferencia en los ciudadanos. Este tipo de burocracia es percibida, de manera crítica, como "un sistema de empleo, recurso en manos del poder político y de los intereses corporativos".

La falta de transparencia y el elevado costo de la inacción refuerzan esta percepción. Datos recientes indican que el 92% de los gobiernos provinciales de Argentina tienen una transparencia "insuficiente o moderada". El acceso a la información, aunque es un derecho garantizado, a menudo se niega o se dificulta en la práctica, exigiendo un esfuerzo desproporcionado por parte del ciudadano para ejercerlo. La corrupción, un factor que socava la confianza en las instituciones públicas y genera mayores niveles de injusticia , tiene un costo directo para los ciudadanos, afectando de manera más grave a las personas en situación de vulnerabilidad social.

Para validar estas percepciones, el análisis de la confianza en las instituciones públicas en Argentina revela una brecha significativa. Mientras que las universidades públicas, la salud pública y el CONICET gozan de una alta credibilidad, las instituciones políticas y judiciales se encuentran en los niveles más bajos de confianza. La siguiente tabla presenta un resumen de estos datos:

| Institución | Porcentaje de Confianza (2024) |

| Universidades públicas | 71.5% |

| Salud pública | 71.2% |

| CONICET | 64.3% |

| Medios de comunicación | 22.5% |

| Sindicatos | 20.4% |

| Congreso de la Nación | 17.7% |

| Justicia | 13.6% |

Estos datos, basados en encuestas recientes, demuestran que la desconfianza del ciudadano no es un sentimiento aislado, sino una percepción ampliamente compartida. La brecha abismal entre la confianza en instituciones sociales y las políticas de gobierno sugiere una crisis de legitimidad del sistema político, no del Estado en su totalidad.

El fenómeno del "pasotismo" entre los funcionarios públicos, descrito popularmente como "hacer la suya," no es simplemente una cuestión de falta de ética individual. Es un síntoma de un problema estructural más profundo que la investigación denomina la "captura del Estado". Este concepto describe la situación en la que élites económicas o grupos de interés influyen de manera desmedida en las decisiones de la burocracia para su beneficio privado. Esta dinámica vacía de contenido la promesa de la democracia de orientarse al bien común, ya que las políticas públicas se diseñan para servir a intereses particulares.

La corrupción pública y la evasión fiscal son fenómenos convergentes que privan al Estado de los recursos necesarios para garantizar los derechos de los ciudadanos. El sector privado juega un papel crucial en esta dinámica, utilizando mecanismos como el lobby opaco, la "puerta giratoria" de funcionarios y la influencia sobre la agenda mediática para asegurar sus privilegios. Esto explica por qué un funcionario podría preocuparse más por su beneficio personal que por el público: su posición y su capacidad de ascenso a menudo dependen de servir a estos intereses privados o políticos, no a los ciudadanos que atienden. La burocracia, por lo tanto, no es inherentemente "rota"; en muchos casos, está funcionando según los incentivos que un sistema político capturado le impone, y el desinterés del funcionario es una respuesta a esa realidad. El problema no es solo que los funcionarios sean negligentes, sino que el sistema institucional no los recompensa por la proactividad ni penaliza la inacción.

Parte III: La Chispa Colectiva: Cuando las Pequeñas Decisiones Confluyen

En medio de este panorama de inacción y desconfianza, surgen ejemplos que demuestran el poder transformador de la proactividad ciudadana. Proyectos como Mamotest, una startup que utiliza la telemamografía para diagnosticar y salvar la vida de mujeres en zonas remotas de Argentina, ilustran cómo la iniciativa privada puede suplir las deficiencias del Estado. Del mismo modo, la aplicación Háblalo, creada por un joven para facilitar la comunicación a personas con discapacidad auditiva, es un ejemplo claro de cómo un acto de agencia individual puede generar un impacto social masivo.

Estos proyectos exitosos demuestran el concepto de "impacto colectivo," un enfoque que facilita el trabajo colaborativo entre el gobierno, el sector privado, las organizaciones sin fines de lucro y la sociedad civil para lograr un cambio social duradero. La investigación confirma que el desarrollo comunitario no es un proceso espontáneo, sino el resultado de la "intervención comunitaria" de protagonistas que toman la iniciativa. La ciudadanía, al organizarse y compartir conocimientos, puede alcanzar resultados que el Estado solo no podría.

El gobierno argentino ha respondido a esta demanda de participación con iniciativas como el decreto "Burocracia Cero" y la plataforma digital "Reportá la Burocracia". Esta plataforma se creó con el objetivo de permitir a los ciudadanos denunciar obstáculos burocráticos y normas obsoletas que "entorpecen el crecimiento y las inversiones en el país". Los primeros resultados son sorprendentes: en menos de 6 horas, la plataforma recibió más de 10,000 denuncias a nivel nacional, una cifra que demuestra la enorme demanda latente de la ciudadanía por desburocratizar el sistema. Los ciudadanos han denunciado problemas concretos, como las regulaciones que obstaculizaban la importación de productos con certificaciones internacionales o el monopolio de ciertas asociaciones privadas en la realización de trámites. Los logros recientes de la desregulación, como la derogación de más de 400 normas y la simplificación de trámites, validan el poder de la participación ciudadana para forzar al sistema a cambiar. La siguiente tabla resume algunos de los resultados de esta política:

| Iniciativa | Descripción y Resultados 

| Eliminación de Normas y Decretos | Se modificaron y derogaron más de 400 normas y decretos, incluyendo la Ley de Góndolas, la Ley de Abastecimiento, la Ley de Tierras y la Ley de Alquileres. |

| Plataforma "Reportá la Burocracia" | Recibió más de 10,000 denuncias en sus primeras 6 horas de funcionamiento, demostrando la alta demanda por desburocratizar el sistema. |

| Simplificación de Trámites | Se digitalizó el proceso para obtener la pensión por fallecimiento de un jubilado. Se logró que un 69.5% de las personas en condiciones de jubilarse pudieran culminar su proceso jubilatorio gracias a la desburocratización. |

| Reorganización Administrativa | Se redujo el número de ministerios de 18 a 8, se eliminaron casi 100 secretarías y se cerraron más de 200 áreas del Estado, lo que representó una reducción del 30% en las autoridades superiores. |

| Derogación de Normas Obsoletas | Se derogaron 28 normas obsoletas de la cadena ganadera. Se eliminó el registro de constructores de obra pública, que limitaba la competencia. |

A pesar de estos logros iniciales, la iniciativa enfrenta desafíos. Expertos señalan que la participación ciudadana en estos proyectos a veces es "instrumental o retórica". Además, la plataforma "Reportá la Burocracia" excluye explícitamente "normas tributarias o propuestas que impliquen un costo fiscal" , lo que limita su alcance para abordar la "captura del Estado" que se manifiesta en privilegios fiscales y regímenes de promoción. El verdadero cambio, como sugieren los analistas, requiere un modelo de gestión pública post-burocrático que sea "colaborativo, centrado en la ciudadanía y basado en la evidencia". No se trata solo de simplificar trámites, sino de una transformación cultural que redistribuya el poder y escuche al territorio antes de diseñar políticas.

Conclusión: Un Futuro Construido por Nosotros Mismos

El viaje de este reporte me ha enseñado que la apatía y la inacción no son una fatalidad inherente al destino de un país. Son una respuesta, sí, pero una que podemos elegir. La indefensión aprendida es un proceso, y como tal, se puede "desaprender". La frustración no debe ser el final del camino, sino el catalizador para la acción.

Mi análisis demuestra que el "Estado" no es un monstruo impersonal que actúa en mi contra. Es, como sugiere la investigación, un "ente político movido por la acción y la voluntad humana". Está compuesto por personas, muchas de las cuales, como yo, han sentido el desgano y el cinismo. La verdadera transformación no vendrá solo con leyes o plataformas, sino con un cambio de mentalidad en los servidores públicos, que deben pasar de la lógica de los "indicadores" a una de la "vocación de la búsqueda compartida de resolver problemas".

El progreso, tanto personal como social, no es algo garantizado. Se construye con cada pequeña decisión. Se manifiesta en el acto de no "tirar la toalla" ante un trámite engorroso , de cuestionar lo establecido y de asumir la responsabilidad de cuidar y elegir nuestros pensamientos. Cuando nos enfrentemos al sistema, no debemos ver la burocracia como un enemigo inamovible, sino como un problema a resolver. Con proactividad, con una visión de largo plazo , y con la convicción de que nuestra agencia personal, en unión con la de otros, es la única fuerza capaz de remodelar el futuro. Porque, al final del día, el país que queremos no es algo que nos darán, sino algo que debemos construir nosotros mismos.


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