Editorial: La Marihuana de Morales – ¿Progreso o Negocio Familiar?
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Morales inspeccionando el cultivo |
La provincia de Jujuy, un territorio bendecido por la naturaleza con litio para liderar la transición energética global, aguas abundantes para revolucionar su agricultura y tierras fértiles capaces de dinamizar economías regionales, enfrenta una paradoja inquietante. Es una provincia rica en minerales muy apetecibles, con una potencial revolución agroindustrial al alcance de la mano y reservas hídricas que podrían alimentar proyectos de desarrollo sostenible por generaciones, el
ex gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, eligió enfocar gran parte de su gestión en un objetivo singular y polémico: legalizar y fomentar la producción de marihuana. En lugar de priorizar proyectos estratégicos para su desarrollo, se impulsó con urgencia la legalización del cannabis, un giro que despierta sospechas de tráfico de influencias y un cuestionable legado familiar.
Jujuy forma parte del "Triángulo del Litio", junto con Chile y Bolivia, una región que concentra el 60% de las reservas mundiales de este mineral clave para la industria tecnológica y verde. Sin embargo, bajo el mandato de Morales, la agenda prioritaria no fue fortalecer esta industria —capaz de generar empleo calificado y divisas—, sino acelerar la Ley 27.669 de Cannabis Medicinal y Cáñamo Industrial, sancionada en 2022.
Y no es que el cannabis medicinal carezca de valor económico o terapéutico. La cuestión no es la planta en sí, sino la forma, el fondo y los intereses detrás del negocio. Mientras el litio jujeño es disputado por potencias globales, mientras miles de familias del campo luchan por acceder a tierras productivas, Morales dedicó energía política, legislativa y mediática a crear el andamiaje legal necesario para poner a rodar Cannava S.E., la empresa estatal de cannabis medicinal… que paradójicamente terminó dirigida por su propio hijo, Gastón Morales.
¿Cuál es el límite entre lo público y lo privado? ¿Cuándo un proyecto de Estado se convierte en empresa familiar? ¿Dónde empieza la política y termina el nepotismo?
Chapo
Guzmán y Morales: ¿Comparación Válida o Exageración?
La
comparación resulta incómoda, pero no puede evitarse: ¿qué tan
distinta es esta estructura vertical, donde el poder facilita la
legislación, centraliza la producción y coloca a los propios al
mando, de la lógica narco que representó Joaquín “El Chapo”
Guzmán? La analogía aunque estridente, refleja un malestar social.
Ambos casos implican familias que capitalizan redes de poder para
beneficiarse de sustancias psicoactivas, pero las diferencias son
claras: Guzmán operaba en la ilegalidad, mientras que Morales
utilizó mecanismos legales para favorecer intereses privados. Sin
embargo, el paralelo resuena en la ética: ambos aprovechan un
negocio vinculado al dolor ajeno. Jujuy, según datos de la Sedronar
(2022), tiene una tasa de adicciones un 30% superior al promedio
nacional, con familias que claman por políticas antidrogas, no por
la normalización de una industria que, sin control riguroso, podría
agravar el problema.
Claro, con un envoltorio legal, con papeles en regla, con discursos sobre “innovación médica”. Pero el mecanismo es el mismo: acaparar el control de una industria vinculada a las drogas, protegerla con el Estado y garantizar que los beneficios queden en casa.
El Elefante en la Habitación: El Hijo del Gobernador y los Conflictos de Interés
El núcleo de la controversia radica en la figura de Gaston Morales, hijo del exgobernador Morales, quien fundó la empresa *Cannava* en 2021, beneficiaria directa de las políticas impulsadas por su padre. Según investigaciones de Chequeado (2023), Cannava obtuvo permisos exclusivos para la producción y comercialización de cannabis, operando en terrenos fiscales y con financiamiento público. Esta coincidencia temporal y familiar no es trivial: mientras Jujuy carece de un plan integral para el litio, el cannabis recibió una estructura legal y logística exprés
La
pregunta es inevitable: ¿Por qué una provincia con recursos
estratégicos apostó a un mercado saturado de riesgos regulatorios y
competencia global, en lugar de industrializar sus materias primas
únicas? La respuesta parece vincularse más con un capitalismo de
amigos que con una visión de Estado.
Jujuy no es una
provincia cualquiera. Es una tierra que ha visto a generaciones caer
bajo el flagelo del paco, de la cocaína y, sí, también de la
marihuana. Las madres jujeñas saben lo que es perder a un hijo en el
laberinto de las adicciones. Los barrios lo viven cada día. Que
desde el propio poder político se haya impulsado con tanto ahínco
una industria ligada a esa misma sustancia genera, como mínimo,
perplejidad. Y, con mayor honestidad, indignación.
Lo más
alarmante es el silencio. ¿Por qué la sociedad jujeña no reaccionó
con más fuerza ante este proyecto? ¿Por qué tantos sectores
políticos, sociales y religiosos se mantuvieron callados mientras se
gestaba esta jugada? ¿Fue acaso el miedo? ¿La apatía? ¿O
simplemente el acostumbramiento a que el poder haga lo que
quiera?
La historia registrará que, mientras Jujuy tenía
la oportunidad de ser vanguardia en energías limpias, agricultura
regenerativa, soberanía alimentaria o desarrollo tecnológico basado
en recursos locales, su gobernador prefirió levantar invernaderos de
marihuana.
¿Fue esta la visión estratégica de un
estadista? ¿O la concesión de un padre a los caprichos
empresariales de su hijo? ¿Qué hubiera pasado si esa misma energía
se aplicaba para darle tierras productivas a los jóvenes, para
promover cooperativas rurales, para industrializar el litio en suelo
jujeño?
Hoy, la pregunta es tan legítima como urgente:
¿a quién le sirve realmente la Jujuy del cannabis? Y lo más
inquietante: ¿qué intereses se están fumando el futuro de toda una
provincia?
Conclusión:
¿Capricho Familiar o Oportunismo Político?
Gerardo Morales
podría haber transformado a Jujuy en un polo de desarrollo
agroindustrial de primer orden mundial.
¿Será el cannabis la nueva hoja que escriba el futuro rural jujeño?
La pregunta resuena en los valles jujeños, donde el tabaco y la caña de azúcar han sido históricamente los pilares económicos, pero hoy el cannabis medicinal emerge como un cultivo disruptivo. A partir de los proyectos liderados por la empresa estatal Cannava —y en medio de polémicas políticas—, Jujuy se posiciona como pionera en Argentina en la industrialización de esta planta. Aquí un análisis de sus potencialidades y desafíos:
1. De la tradición tabacalera a la innovación cannábica
Legado agrícola: Jujuy tiene una larga historia con cultivos intensivos como el tabaco (60% de la producción nacional) y la caña de azúcar, ambos asociados a condiciones laborales precarias y dependencia de grandes empresas 18.
Cannabis como alternativa: Cannava, creada en 2018, representa un giro hacia un modelo de valor agregado y tecnología, con inversiones de USD 25 millones en infraestructura, laboratorios de extracción farmacéutica y cultivos controlados bajo estándares internacionales 611.
Empleo y capacitación: La empresa ya genera 200 puestos de trabajo (65% ocupados por mujeres) y capacita a técnicos locales en biotecnología, un contraste con la informalidad del tabaco 11.
2. Oportunidades económicas y sociales
Mercado global: El cannabis medicinal tiene una demanda creciente para tratar epilepsia, dolor crónico y ansiedad. Cannava proyecta producir 80 toneladas anuales de flores y exportar ingredientes farmacéuticos 26.
Acceso a medicamentos: El aceite de CBD producido en Jujuy (vendido a $4.800 por frasco) es más accesible que las importaciones, que pueden costar hasta USD 200 mensuales 11.
Diversificación rural: El cultivo se extiende en la Finca El Pongo, combinando agricultura tradicional (sorgo orgánico entre ciclos) con tecnología de riego y genética avanzada 11.
3. Controversias y riesgos
Conflictos políticos: La dirección de Cannava por Gastón Morales (hijo del gobernador Gerardo Morales) generó acusaciones de nepotismo y temores de un "narcoestado", aunque la empresa insiste en su enfoque medicinal y científico 14.
Competencia con cultivos ilegales: En zonas como San Pedro, la marihuana ilegal (más rentable que el tabaco) ya desplaza a agricultores, planteando desafíos de control 19.
Dependencia de regulaciones: La demora en la ley nacional de cannabis medicinal (aún sin sanción definitiva en 2025) limita la expansión comercial 6.
4. Lecciones de los primeros años
Adaptación climática: Jujuy descubrió que el cannabis florece mejor en invierno (menos humedad y hongos), una ventaja sobre otras regiones 11.
Fracasos iniciales: El 50% de las primeras semillas importadas (Berry Blossom) no germinó, pero esto permitió desarrollar genéticas locales resistentes 811.
Alianzas estratégicas: Tras la quiebra del socio estadounidense Green Leaf, Cannava apostó por tecnología europea y canadiense, reduciendo dependencias externas 911.
Conclusión: ¿Futuro verde o espejismo?
El cannabis medicinal podría redefinir el campo jujeño si:
Logra escalar sin replicar las desigualdades del tabaco (ej: concentración de ganancias en elites).
Integra a comunidades rurales y originarias, hoy desplazadas por otros monocultivos 1.
Equilibra innovación con soberanía, evitando que Jujuy sea solo un "laboratorio" de multinacionales 14.
Mientras el Cerro de los Siete Colores mira desde lejos, la pregunta sigue abierta: ¿Será esta planta milenaria la que finalmente escriba un capítulo más justo para el agro norteño? Los próximos años dirán si el "oro verde" cumple sus promesas o repite viejos patrones.
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