miércoles, 4 de junio de 2025

La dignidad del pueblo se remienda con angustia

 EDITORIAL


“Mientras los políticos se reparten millones, la dignidad del pueblo se remienda con angustia”

En estos días en los que la heladera suena más vacía que nunca y el mate ya no alcanza para calmar los nervios, nos enteramos —casi con resignación— de una noticia que duele, pero ya no sorprende: los senadores de la Nación se aumentan el sueldo un 4%, llevándolo a más de 9 millones y medio de pesos mensuales. Mientras tanto, un médico del Hospital Garrahan, que salva vidas todos los días, cobra un salario que no alcanza ni para superar la línea de pobreza. Y un jubilado —sí, ese abuelo que hizo grande a este país con su trabajo— tendría que juntar más de 30 meses de haberes para llegar a la cifra que estos señores cobran en un solo mes.

Este no es un editorial más. Es un grito con tinta, una carta para sacudir conciencias dormidas, y una invitación a mirar de frente a una realidad que nos está empujando al borde. Porque esto que pasa no es un accidente ni una mala racha: es el resultado de años de abuso, indiferencia y un modelo de país donde los de arriba viven como reyes, mientras los de abajo contamos las monedas para el pan.

¿Qué clase de país estamos construyendo cuando el médico que atiende a nuestros hijos no puede pagar el alquiler, pero un político que rara vez pisa un hospital público, se asegura un sueldo de lujo, libre de impuestos, con viáticos, chofer y pasajes pagos?

No es solo injusticia. Es nepotismo descarado. Porque además de aumentarse los sueldos, se reparten cargos entre familiares, amigos, militantes y socios. Los vemos entrar y salir del Congreso, bien vestidos, blindados por autos oficiales y rodeados de asesores con sueldos que cualquier vecino ni siquiera puede imaginar. Y mientras tanto, la maestra de la escuela rural se moja los pies para llegar a dar clases y el jubilado hace cola a las 6 de la mañana para cobrar una miseria que apenas alcanza para los remedios.

El mensaje que la clase política nos está dando es claro: ustedes abajo, nosotros arriba. No hay un puente entre esas dos Argentinas. Hay un muro. Y lo están haciendo más alto cada día.

¿Por qué lo permitimos? Tal vez porque nos enseñaron que protestar no sirve. Porque cada vez que salimos a la calle, ellos se blindan. Porque cada vez que pedimos explicaciones, nos contestan con tecnicismos, promesas vacías o silencios arrogantes. Porque muchos medios ya no informan: disfrazan la indignación con estadísticas o nos distraen con escándalos mediáticos.

Pero ya no hay lugar para la resignación. Si algo nos une como pueblo es la dignidad. Y esa dignidad hoy está siendo pisoteada. Es hora de levantar la voz. No desde el odio, sino desde la memoria y la justicia. Desde el hambre real de nuestras mesas. Desde la soledad de tantos adultos mayores. Desde los hospitales vacíos de recursos y llenos de médicos agotados. Desde la madre que se juega todo para llenar el plato de sus hijos.

La dirigencia política, sindical y judicial debe mirar más allá del espejo. Debe mirar a la plaza. A la estación de tren. A la salita del barrio. Ahí está la Argentina real, esa que no se puede tapar con sueldos millonarios ni con discursos vacíos.

¿Qué podemos hacer?

Podemos hablar. Podemos compartir esta información. Podemos escribir cartas, exigir transparencia, participar en espacios comunitarios, apoyar a medios locales, y sobre todo, no olvidar. Porque el olvido es lo que ellos buscan: que naturalicemos lo inmoral, que aplaudamos lo vergonzoso, que creamos que todo está perdido.

No está perdido. Mientras haya personas que sientan esta injusticia en carne propia, habrá esperanza. Y habrá resistencia.

Cierro este editorial con una historia que escuché en una feria de barrio de Salta. Una señora de 78 años, jubilada, vendía empanadas caseras sentada en un banquito de madera. Me dijo:
—“No es por la plata, es por no quedarme sentada esperando que se acuerden de mí. Porque si me siento, me olvido que valgo.”

Ese es el mensaje. No dejemos que nos hagan creer que no valemos. Que nuestros sueños, nuestras luchas y nuestros días no tienen precio. Porque valemos más que todos sus millones juntos.


"¿Cuánto vale tu trabajo... y cuánto el de ellos?"

“Mientras vos contás monedas, ellos se aumentan el sueldo…”


🟨 2. Comparación de sueldos (bloques lado a lado):

Político NacionalMédico del GarrahanJubilado Mínimo
$9.500.000/mes$810.000 aprox./mes$300.000 aprox./mes
Se lo aumentan automáticamenteTrabaja 12 horas diariasEspera meses por medicamentos
Viáticos, chofer, pasajes incluidosA veces debe pagar insumos de su bolsilloVive con ayuda familiar o endeudado

🟩 3. Datos que duelen (bullets breves con íconos):

🔴 30 meses necesita un jubilado para igualar un mes de un senador
🟠 El 80% de los médicos del Garrahan están por debajo de la línea de pobreza
🟡 Más familiares que políticos tienen cargos públicos solo en el Senado
🔵 La mayoría de los legisladores faltó a más del 25% de las sesiones en 2024

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