viernes, 13 de junio de 2025

El presente incierto de Argentina

 Reflexión sobre el presente incierto de Argentina


Argentina está atravesando un momento extraño, donde las cosas no terminan de encajar. Por un lado, vemos que baja la inflación, ese monstruo que venía devorando los bolsillos y que durante años fue señalado como el gran culpable de todos nuestros males. Sin embargo, y a pesar de esa supuesta “buena noticia”, la mayoría de la gente no lo siente en su vida diaria.

La plata no alcanza. Los sueldos se quedan cortos, muchas veces antes de llegar a la mitad del mes. La comida está cara, los alquileres imposibles, y cada vez hay más incertidumbre sobre qué viene después. La sensación general es de agotamiento. De no ver la salida. De estar haciendo esfuerzos que no se traducen en mejoras reales.

Y ahora, a eso, se suma la sentencia firme contra Cristina Fernández de Kirchner. Más allá de ideologías, de si uno la apoya o no, el fallo remueve emociones profundas en una parte importante del país. Para muchos, representa justicia. Para otros, persecución. Lo concreto es que esto reaviva viejas grietas, miedos y enojos, en un momento donde lo que más necesitamos es algo de calma, de unidad, o al menos, de respiro.


La gente está desorientada. Se pregunta qué va a pasar, si esto terminará en nuevas tensiones sociales, en más crisis política, o si el rumbo económico se mantendrá o pegará otro volantazo. No hay certezas, y lo poco que parecía estabilidad, se empieza a tambalear de nuevo.

Este no es solo un momento difícil: es un momento profundamente confuso. El país parece caminar sobre una cuerda floja, con los ojos vendados, y abajo… no se sabe si hay red.


Ilustración final (en palabras):
Una madre está en la cocina, revisando la heladera casi vacía. El reloj marca el 14 del mes. Su hijo la mira con cara de hambre y esperanza. Afuera, en la tele encendida, una noticia sobre la baja de la inflación. Y otra, al costado, que dice: “Conflicto político tras la condena a Cristina”.
La mujer cierra la puerta de la heladera, suspira, y en voz baja dice: “¿Y ahora qué?”

El País del Blanco y Negro

Análisis crítico de "El País del Blanco y Negro.

Entre el Amor incondicional y el Odio Total,”

En Argentina, todo parece tener que ser necesariamente blanco o negro. No hay grises. River o Boca. Macri o Cristina. Messi o Maradona. Papa Francisco, ¿santo o traidor?. Ahora se ve venir con fuerza la justicia patriótica o la justicia corrupta, y como no, de postre Cristina o El peluca Miley.

Esta obsesión por dividir, por elegir bando, por no permitir la ambigüedad, se ha convertido en nuestra forma más natural de relacionarnos con la política, el deporte, la religión e incluso con la cultura.

Pero, ¿desde cuándo nos volvimos así? ¿Por qué en nuestro país todo tiene que ser una guerra entre dos extremos?

Hemos elegido la grieta como estilo de vida.

La palabra “grieta” se hizo popular durante los años de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, pero se profundizó con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia en 2015. Desde entonces, y aún hoy, aunque ya pasaron varios gobiernos, seguimos viendo al otro como enemigo. No es solo desacuerdo: es rechazo absoluto. Es más: es como si pensar distinto fuera una traición, o peor, una ofensa personal.

La grieta no es solo política. Es social. Es familiar. Es cotidiana. Muchas familias se rompieron por discutir de política. Amigos dejaron de hablarse por defender bandos opuestos. En las redes sociales, lo único que importa es tomar partido: si no estás conmigo, estás contra mí. Todos hemos perdido contacto con alguien por ese motivo.

Y esto no solo pasa en política. Sucede también en el fútbol. En la música. En la religión. En la historia. Hasta en el recuerdo de figuras populares como Diego Maradona o Lionel Messi, hay quienes los convierten en dioses o demonios según su visión del mundo. Y ahora en la ausencia del primero necesitamos confrontarlo con Cristiano o más reciente con Yamal.

Un claro ejemplo está en nuestro fútbol. River y Boca son más que equipos: son identidades. Pero el problema no es solo querer uno u otro, sino cómo se vive ese amor. Para muchos, ser de River o Boca no es solo preferencia, es casi un destino. Y si sos de uno, el otro es automáticamente el malo. El villano. El enemigo.

Esto se ve también en otros clubes, pero en la historia de los clásicos más famosos, especialmente el Superclásico, se nota esa necesidad de definirse contra algo o alguien. Ganar no es suficiente: hay que humillar. Perder no es solo una derrota: es un drama existencial, incluso hasta llega a costar vidas.

Esa comparación eterna entre Diego Maradona y Lionel Messi sigue siendo uno de los preferidos campos de batalla. Uno fue rebelde, visceral, humano hasta en sus errores. El otro, silencioso, téc detrás de esta comparación hay mucho más que gusto futbolístico. Maradona se convirtió en mito porque encarnaba la lucha contra el sistema, el genio y el caos. Messi, por su parte, es visto por algunos como demasiado tranquilo, demasiado correcto, como si eso lo hiciera menos argentino. Pero en realidad, ambos representan formas distintas de vivir el talento y el éxito. Sin embargo, en lugar de celebrarlos a ambos, elegimos pelear por cuál es mejor.

 La Religión y la fe no quedan tampoco al margen: Es entre el santo y el hereje. El Papa Francisco, argentino y muy querido en el mundo, divide opiniones dentro de su propio país. Para algunos es un hombre humilde, cercano al pueblo, que representa la verdadera esencia del cristianismo. Para otros, es un traidor a ciertos valores tradicionales, un representante de una iglesia corrupta o un político disfrazado de pastor.

No se lo critica solo por sus ideas o decisiones, sino que se le construyen personajes imaginarios: unos lo canonizan antes de tiempo, otros lo satanizan como si fuera el origen de todos los males. Otra vez: blanco o negro.

Y tambiena la política: El gran divisor de aguas. Es donde más clara se ve esta división. Kirchnerismo y antikirchnerismo se han convertido en identidades tan fuertes que parecen ideologías propias. Es actualmente nuestro deporte nacional. Algunos ven en Néstor y Cristina Kirchner la lucha por los derechos populares, la defensa del Estado y la dignidad nacional. Otros los acusan de autoritarismo, corrupción y clientelismo. Vemos diariamente el espectáculo nacional, donde se mexcla el llanto apasionado con el brindis con champagne por la detención de una expresidenta.

Mauricio Macri, por su parte, es visto por muchos como un hombre honesto, progresista, dispuesto a modernizar el país. Por otros, es el responsable de endeudamientos millonarios y de políticas impopulares y nefastas. Pero otra vez, no se discute lo hecho: se discute quién lo hizo. Y se juzga desde la imagen, no desde el fondo.

Lo mismo pasa con Alberto Fernández, con Milei, con Bullrich, con Lavagna, con Bodou, con la Carrio... y cuántos más podríamos nombrar. Todos se convierten en héroes o villanos según el color del lado en el que uno esté parado.

La pregunta del millón es… ¿Cómo salimos de esto?

La grieta nos cansa. Nos divide. Nos empobrece como sociedad. No permite el diálogo, ni el consenso, ni la construcción colectiva. Todo se reduce a ganadores y perdedores, amigos y enemigos, buenos y malos.

Pero la vida no es así. La vida tiene matices. Tiene dudas. Tiene contradicciones. Ser argentino no debería significar elegir entre dos colores y negar todo lo demás. Deberíamos poder reconocer lo bueno en quien pensamos distinto, criticar sin odiar, debatir sin anular al otro.

Argentina necesita aprender a vivir en gris. A aceptar que no todo es blanco o negro. Que hay espacio para diferentes voces, para múltiples miradas, para distintos afectos. Todos deberíamos poder sentirnos orgullosos de nuestros gustos de nuestras opciones, de nuestros progresos sin tener que confrontarlos con los de otros compatriotas. Debemos entender que amar a tu equipo, a tu ídolo o a tu líder no significa odiar al del otro lado.

Quizá, algún día, podamos mirar hacia atrás y reírnos de tanto odio por un partido de fútbol, una decisión política o un jugador de fútbol. Quizá, algún día, aprendamos que la madurez democrática no está en ganar siempre, sino en saber perder, en respetar al otro, en entender que nadie tiene toda la razón.

Pero mientras tanto, seguimos en el país del blanco y negro. Donde todo es visceral. Donde el amor total va de la mano del odio hasta el fin


jueves, 12 de junio de 2025

El círculo vicioso de la deuda

El círculo vicioso de la deuda que hipoteca nuestro futuro.  


Una vez más, el ministro Caputo extiende la mano para pedir deuda. Otros 2.000 millones de dólares a la cuenta de todos los argentinos. La cifra ya suena a disco rayado: Pidió una abultada cantidad con Macri -le costó su presidencia- la negoció con el FMI y fue duramente criticado; la buscó en los bancos privados... y hoy repite el libreto. Volvió al FMI, volvió a los bancos... Mientras tanto, el Presidente que antes denunciaba con furia el endeudamiento ahora guarda silencio cómplice. ¿Dónde quedó aquel Milei que prometía "quemar el banco central" y acabar con la "casta de la deuda"?  

Estamos ante un endeudador serial con aval presidencial.

Cada préstamo se vende como "la última vez", como un "mal necesario" para apagar incendios heredados. Pero la historia se repite: los acreedores exigen ajustes, el ajuste frena la economía, la economía estancada pide más deuda... y así hasta el próximo préstamo. Es una ruleta rusa financiera donde las balas las reciben los jubilados, los trabajadores y los pequeños comercios.  

La gran contradicción:

El mismo gobierno que estigmatizó el "asistencialismo" de los pobres hoy practica el asistencialismo financiero para bancos y fondos buitre. Mientras a la gente se le exige "sacrificio", a los especuladores se les paga con sobre-tasas. Y el cuento del "derrame" nunca llega: la inflación no cede, los salarios se hunden y las empresas cierran.  

Lo más grave:

Esta deuda no es abstracta. La pagarán nuestros hijos y nietos con:  

- Recortes en salud y educación por décadas.  

- Presión fiscal asfixiante para cumplir plazos.  

- Crisis recurrentes cada vez que los mercados pongan un freno.  

Señor Ministro: Argentina no necesita otro salvavidas de plomo. Necesita un plan creíble que no dependa de refinanciar eternamente la deuda con más deuda. ¿Dónde está la reforma tributaria que alivie a las pymes? ¿Dónde la inversión en energía e industria para generar dólares genuinos? ?Dónde la reforma jubilatoria?¿Dónde el recorte real del gasto político que no toque hospitales?  

Ciudadanos: Esto no es "técnica económica". Es la hipoteca de nuestro futuro. Exijamos cuentas claras: ¿A qué se destinará esta vez el dinero? ¿Qué condiciones ocultas trae? ¿Quién pagará los platos rotos cuando llegue la próxima corrida cambiaria?  

Basta de cicatrizar hemorragias con curitas prestadas. Si este gobierno realmente cree en la libertad, que empiece por liberar a las futuras generaciones de esta cadena perpetua de deuda.  

¿Hasta cuándo permitiremos que la política financiera sea una máquina de repetir errores? La dignidad de un país se mide por lo que construye, no por lo que debe.

miércoles, 11 de junio de 2025

“Argentina, ese país que siempre empieza de nuevo”

 “𝐀𝐫𝐠𝐞𝐧𝐭𝐢𝐧𝐚, 𝐞𝐬𝐞 𝐩𝐚í𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐜𝐨𝐧 𝐜𝐚𝐝𝐚 𝐏𝐫𝐞𝐬𝐢𝐝𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐞𝐦𝐩𝐢𝐞𝐳𝐚 𝐝𝐞 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐨”

Hay algo curiosamente natural -casi folklórico- en cómo el ciudadano argentino planifica su vida en medio del caos. Es como si hubiese aceptado que la estabilidad es una ilusión y que lo único constante es el cambio... de modelo, de presidente, de reglas del juego. “No te acomodes mucho, que en cuatro años te lo doy vuelta”, parece decir cada nuevo gobierno.

Y entre todos los casos, el de Javier Milei es quizás el más emblemático. El hombre no quiere cambiar algunas cosas: quiere cambiar todo. Desde el Estado hasta la manera en que respiramos. Lo hace con una convicción tan intensa que asusta. Y lo más extraño no es su ímpetu refundador, sino la naturalidad con la que la gente lo acompaña, como si no fuera la enésima vez que nos prometen que ahora sí empieza “el verdadero país”.

Pero Argentina ya tiene una tradición bien establecida: el ritual de la refundación presidencial. Menem con su “revolución productiva” terminó vendiendo medio país. Kirchner reescribió el Estado a su manera y dejó una impronta ideológica profunda. Macri vino con “el cambio” y un país “normal” que nunca apareció. Alberto intentó... bueno, algo intentó. Y ahora Milei quiere transformar hasta el ADN nacional a punta de motosierra. ¿Y después? ¿El próximo también va a tirar todo a la basura y volver a empezar?


Lo más increíble es que esto se hace con la complicidad pasiva —o entusiasta— de un pueblo que ya no parece esperar continuidad, sino magia. Queremos que “el nuevo” haga todo mejor, más rápido, más barato, y sin consecuencias. Como si un país fuera un SIMS: borrás todo, levantás otra cosa y listo.

Pero lo que falta, lo que siempre faltó, es una identidad común, una conciencia colectiva, un proyecto de país que sobreviva al presidente de turno. Si cada cuatro años alguien decide mover las piezas del rompecabezas nacional según su visión, entonces no hay Argentina que aguante armada. Y el problema no es sólo quien lo hace -que cambia las piezas- sino quien lo permite, quien se ilusiona, quien lo vota como si fuera un acto de fe.

Somos un país que vive refundándose, como quien reinicia una computadora vieja creyendo que esta vez sí va a arrancar más rápido. Pero no: sigue siendo el mismo sistema, parchado, sobrecalentado, sin espacio para nuevos archivos.Tal vez algún día dejemos de buscar salvadores y empecemos a armar el rompecabezas entre todos, con paciencia y con reglas que no cambien según el humor del que maneja el mouse.


martes, 10 de junio de 2025

Entrevista imposible con Cristina Fernández de Kirchner!

Entrevista imposible con Cristina Fernández de Kirchner!

 Preguntas picantes y respuestas absurdas para sacarte una sonrisa. Todo en clave de humor, con un toque de exageración y sin ninguna pretensión de reflejar la realidad.

Vamos con 12 preguntas comprometidas, imaginando a Cristina en su mejor estilo teatral, respondiendo con un giro cómico.

Entrevistador: ¡Cristina, qué alegría tenerte en este plató imaginario! Vamos directo al grano. Se dice que tus amigos más cercanos tienen un talento especial para hacer desaparecer fondos públicos. ¿Cómo logran esa magia?

Cristina: (risas, ajustándose los anteojos) Mirá, querido, no es magia, es logística avanzada. Mis amigos son como Houdini, pero en lugar de esposas, escapan con valijas. Todo se guarda en un lugar seguro: el Banco de Narnia. ¿Querés la dirección? ¡Solo los leones saben llegar.

Entrevistador: Hablando de valijas, el caso de Antonini Wilson fue un escándalo. ¿Qué había realmente en esas maletas? ¿Dólares, caramelos, o algo más exótico?

Cristina: (con gesto dramático) ¡Por favor! Eran souvenirs para los pingüinos de Santa Cruz. Cada billete tenía un sticker de "Patagonia querida". Pero, viste, los yanquis no entendieron el chiste y lo tomaron a mal. ¡Gringos sin sentido del humor!

Entrevistador: Tu amigo Lázaro Báez se hizo famoso por contar billetes en una cueva. ¿Era un hobby o una nueva forma de meditación?

Cristina: (sonriendo pícaramente) Lázaro es un visionario. Contar billetes es su yoga. Decía que alinear los fajos en la cueva le daba paz interior. ¡Y de paso, ayudaba a la economía local comprando bóvedas reforzadas! Un emprendedor nato.

Entrevistador: José López y sus bolsos en el convento fueron épicos. ¿Por qué eligió un convento para guardar tanto dinero? ¿Era devoto o solo le gustaban las monjitas?

Cristina: (soltando una carcajada) José es un romántico. Quería donar todo a las monjitas para que rezaran por el país, pero se equivocó de bolso. En vez de rosarios, llevó dólares. ¡Un malentendido logístico! Ahora reza en una celda, más tranquilo.

Entrevistador: Dicen que la obra pública en Santa Cruz era como un Monopoly para tus amigos. ¿Cómo decidían quién se quedaba con los contratos?

Cristina: (con tono épico) Era un torneo de truco en la Casa Rosada. El que mejor mentía al cantar el envido, ganaba una ruta. Pero ojo, todo legal, con escribano y mate de por medio. ¡Pura meritocracia criolla!

Entrevistador: El caso de los hoteles de tu familia también dio que hablar. ¿Eran hoteles de lujo o bóvedas disfrazadas de cabañas?

Cristina: (indignada, pero con guiño) ¡Hoteles cinco estrellas! Cada habitación tenía un cofre de seguridad tamaño industrial, para que los turistas guarden sus… recuerdos. ¡El Calafate es el Dubai del sur, no jodamos!

Entrevistador: Amado Boudou y la imprenta de billetes de Ciccone. ¿Fue un emprendimiento para imprimir dinero falso o solo querían hacer souvenirs patrióticos?

Cristina: (con cara de no creerlo) Amado es un artista. Quería imprimir billetes con mi cara, como edición limitada. Pero la máquina se descontroló y salieron algunos de más. ¡Cosas que pasan en el mundo del diseño gráfico!

Entrevistador: Los cuadernos de las coimas fueron una novela. ¿Oscar Centeno era un chofer meticuloso o un escritor frustrado?

Cristina: (aplaudiendo) ¡Un poeta! Centeno escribía sus memorias, pero en lugar de flores y amores, anotaba bolsos y direcciones. ¡El Borges de los remise! Su cuaderno merece un Premio Nobel de logística.

Entrevistador: Se dice que tus amigos tenían una red de empresas fantasma. ¿Eran para evadir impuestos o para jugar al SimCity en la vida real?

Cristina: (con tono sarcástico) Era un experimento social. Queríamos ver cuántas empresas se podían crear sin que nadie se diera cuenta. ¡Ganamos el récord Guinness! Pero todo era para fomentar el empleo… de contadores creativos.

Entrevistador: El caso de la Ruta del Dinero K sigue dando vueltas. ¿Ese dinero viajaba en avión privado o en mochilas de mochileros?

Cristina: (con aire misterioso) En drones. Teníamos una flota de drones disfrazados de cóndores andinos. Volaban de noche, con GPS programado para evitar la AFIP. ¡Tecnología de punta, made in Patagonia!

Entrevistador: Muchos de tus aliados terminaron presos o complicados. ¿Te sentís como la reina de un tablero de ajedrez donde todos los peones caen?

Cristina: (con gesto de diva) Soy una estratega, no una reina. Mis peones no caen, hacen turismo judicial. Van a Comodoro Py, toman un café, y vuelven con anécdotas. ¡Es parte del folklore argentino!

Entrevistador: Última pregunta, Cristina. Si tuvieras que escribir un libro sobre esta época, ¿cómo lo titularías?

Cristina: (con una sonrisa triunfal) “Bolsos y pasiones: una epopeya en doce cuotas”. Best-seller asegurado, con dedicatoria a los que todavía buscan las valijas. ¡Que sigan buscando!

Espero que te hayas reído con esta entrevista imposible. Todo es pura ficción y humor, con un toque de sátira criolla.


La Máquina del Poder en Acción

 Reflexión sobre las Elecciones del 11 de Mayo: 


La Máquina del Poder en Acción (o Cómo Ganar Elecciones con Trampa y Cariño)

Mañana se cumple un mes de las elecciones del 11 de mayo, y vale la pena recordar cómo se jugó esa partida. O mejor dicho, cómo el oficialismo sacó el manual de “Cómo apalear a la democracia y hacerla confesar que te ama”. Lo que vivimos fue un ejemplo claro de cómo un gobierno puede usar todo su poder para inclinar la balanza a su favor, incluso cuando la gente parecía estar harta de ellos. Porque, claro, ¿quién necesita votos cuando tienes el Estado como tu propio circo de tres pistas?  

La Maquinaria Oficial al servicio de la campaña partidaria: Todo el Estado al Servicio de la Campaña (y un Café para el Candidato) El oficialismo movilizó todo lo que tenía una mano como si fuera su propio equipo de campaña. Pero no, no era una campaña: era una telenovela patrocinada por tus impuestos.

Dinero público: Se usaron fondos del Estado para pagar publicidad, actos y hasta regalos. Porque nada dice “vótenme” como una remera con el logo del gobierno pagado por todos nosotros. Instituciones públicas: Ministerios y municipios trabajaron para promover al candidato oficialista, como si fuera su oficina política. Imagínate al Ministerio de Educación repartiendo volantes en vez de lápices. Recursos del pueblo: Camionetas oficiales, funcionarios públicos e incluso programas sociales se usaron para hacer campaña disfrazada. Porque una camioneta con el escudo nacional queda más “patriótica” cuando lleva un cartel de “Reelecto o Nada”. La Guerra Sucia: Trolls, Mentiras y Ataques (o Cómo convertir Twitter en un campo de batalla) 

Mientras la oposición (con Marcelo, el Dr. Vicente Casas y Juanita Leiva liderando las encuestas) crecía, el oficialismo respondió con guerra sucia. Porque si no puedes ganar con ideas, siempre puedes ganar con memes malintencionados: Ejércitos de trolls: Pagaron a gente para atacar en redes sociales, inventar mentiras ("fake news") y amedrentar a opositores. Cada tweet era como un misil teledirigido desde un sótano con Wi-Fi del gobierno. 

Medios complacientes: Muchos canales y diarios repitieron el discurso oficial, ocultando críticas y amplificando ataques contra los rivales. Algunos noticieros parecían más un karaoke del candidato que un medio informativo. 

Campaña del miedo: Decían que si ganaba la oposición, se acababan los planos sociales o venía el caos (¡pero solo para asustar a la gente!). Porque nada une a un pueblo como el pánico a quedarse sin Wi-Fi o sin arroz. 

El Asistencialismo Vergonzoso: Votos por Comida (y una Sonrisa del Candidato) Justo antes de las elecciones, hubo un reparto masivo de bolsos de comida, ayudas económicas y promesas. No era solidaridad: era compra de votos descartados. Sabían que en tiempos difíciles, un plato de comida puede ser más fuerte que las ideas. Y si venía con una foto del candidato diciendo “Te cuido”, mejor. Porque nada grita “democracia” como un paquete de fideos con una pegatina de campaña. 

El Misterioso "Apagón" y el Cambio de Resultados (o Cómo Hacer Magia con un Enchufe). Lo más sospechoso vino el día de la votación. Agárrense, que esto es mejor que una película de misterio barata: Cuando iban perdiendo, de repente hubo un "apagón" en el sistema de conteo (¡qué casualidad!). Alguien debió tropezar con el cable justo cuando la oposición sacaba ventaja. Al volver la luz... ¡sorpresa!: El oficialista empezó a ganar en zonas clave. Porque, claro, los votos se reorganizaron solos durante el recreo. 

¿Las encuestas fallaron? Todos los medios decían que el gobierno perdería más de la mitad de su apoyo... pero "milagrosamente" ganaron. O las encuestas mintieron, o alguien le pidió un favor al genio de la lámpara electoral. 

Conclusión: Una Democracia Desigual (o Cómo Jugar al Monopoly con Dinero Real). Estas elecciones dejaron claro que cuando un gobierno usa el Estado como su herramienta personal, la cancha no está pareja. Es como jugar al fútbol con un árbitro que es primo del candidato oficialista. Aunque la gente quería cambio (como mostraban las encuestas), la maquinaria oficialista –con dinero público, mentiras y asistencialismo– torció el brazo de la voluntad popular. Y de paso, le dio un abrazo para que no se queje. Un mes después, seguimos preguntándonos:

¿Fue realmente la voz del pueblo... o el peso de la máquina? Spoiler: la máquina pesa más que un elefante en campaña. 

La democracia no debería ser una batalla entre ciudadanos y un Estado todopoderoso que reparte caramelos envenenados. Reflexionar sobre esto es el primer paso para que no se repita. Y si se repite, al menos que nos den un bolsón de comida con más variedad.

Nota: Esta reflexión se basa en denuncias y hechos reportados durante el proceso electoral. Cada ciudadano tiene derecho a evaluar si coincide con lo vivido en su comunidad. O a preguntarse si el “apagón” fue porque alguien se olvidó de pagar la luz.

lunes, 9 de junio de 2025

Opacidad y Espectáculo en la Corte Suprema:

Opacidad y Espectáculo en la Corte Suprema: Un Daño que Trasciende a Cristina Fernández

La inminencia de un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, especialmente uno que involucra a una figura política de la talla de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, debería ser un momento de máxima solemnidad institucional. Un momento para la reflexión jurídica serena, el respeto al debido proceso y la demostración de la fortaleza de las instituciones republicanas. Sin embargo, lo que se observa es un inquietante espectácul o de filtraciones, anticipaciones y un clima enrarecido que poco se condice con la gravedad que el caso amerita.

El núcleo del problema no es la posible condena o absolución en sí misma, sino el proceso que la rodea. La filtración recurrente de detalles supuestamente reservados sobre las deliberaciones de un reducido grupo de magistrados – apenas tres jueces decidiendo un caso de alcance nacional – a medios de comunicación afines, es un fenómeno profundamente preocupante. Esta práctica:

1. Viola el Secreto de las Deliberaciones: Piedra angular de la independencia judicial, diseñado para proteger a los jueces de presiones externas y garantizar la libre discusión de argumentos. Su quiebre socava la integridad misma del proceso.

2. Alimenta la Especulación y el Circo Mediático: Transforma un complejo proceso jurídico en una sucesión de revelaciones sensacionalistas, donde priman los titulares y las agendas por sobre el análisis riguroso. La ciudadanía recibe información fragmentada y sesgada, dificultando la formación de una opinión crítica.

3. Deslegitima la Institución: Cuando la información parece fluir selectivamente hacia ciertos sectores, se genera la inevitable percepción de parcialidad, manipulación o intentos de influir en la opinión pública antes de que se pronuncie la propia Corte. La confianza en el máximo tribunal se resquebraja.

4. Crea un Ambiente de Inseguridad Jurídica: Si ni siquiera las deliberaciones más sensibles en la cúspide del Poder Judicial están a salvo de filtraciones, ¿qué garantías existen para cualquier ciudadano?

Es esta dinámica de filtraciones selectivas y cobertura mediática acrítica la que, con razón, evoca comparaciones con prácticas propias de sistemas judiciales débiles o politizados, lejos de los estándares republicanos que se esperan de una democracia consolidada. El término república bananera puede ser duro, pero refleja la indignación ante la trivialización de un proceso de tal magnitud.

La reacción anticipada de la propia Cristina Fernández, con una jugada política sorpresiva, es comprensible dentro de este contexto envenenado. Si el contenido de las deliberaciones y un posible sentido del fallo parecen ser de dominio público antes que oficial, cualquier actor político buscaría tomar la iniciativa en el relato. Su movimiento no justifica las filtraciones; más bien, es una consecuencia previsible de ellas. Es el resultado de operar en un ambiente donde la confidencialidad ha sido sacrificada en el altar de la lucha política o la búsqueda de impacto mediático.

El verdadero daño aquí no es sólo para la figura en juicio, sino para la Corte Suprema misma y para el sistema democrático argentino. La Corte se encuentra en una encrucijada crítica:

- Como Institución: Su credibilidad está siendo puesta a prueba de manera extrema. La percepción de opacidad, filtraciones interesadas y decisiones tomadas en un círculo excesivamente reducido erosiona su autoridad moral y su rol como árbitro final.

- Como Garante: Su deber primordial es velar por la Constitución y las leyes mediante procesos íntegros y transparentes en su desarrollo formal, no en filtraciones. El fallo final, sea cual sea, será recibido bajo el manto de sospecha sembrado por este proceso irregular.

- Ante la Ciudadanía: La falta de sentido crítico generalizado ante este circo de filtraciones es alarmante. La aceptación pasiva de esta dinámica normaliza prácticas que debilitan el Estado de Derecho.

En conclusión, más allá del veredicto específico sobre Cristina Fernández, lo que la Corte Suprema debe resolver con urgencia es su propia crisis de credibilidad. El silencio cómplice ante las filtraciones, la falta de investigaciones internas rigurosas para identificar las fuentes de estas violaciones al secreto deliberativo, y la apariencia de un proceso viciado desde su fase final de discusión, constituyen una herida profunda a la institución.

La Corte debe reafirmar su compromiso con la transparencia procedimental (el acceso a los argumentos una vez emitido el fallo) y la más estricta confidencialidad durante sus deliberaciones. Debe actuar con la máxima pulcritud, demostrando que su único guía es la ley y la Constitución, no los rumores ni las presiones mediáticas o políticas. Solo así podrá comenzar a sanar las grietas que este lamentable proceso ha expuesto y recuperar el lugar de respeto que una democracia exige de su máximo tribunal. El fallo sobre CFK pasará; el juicio sobre la solvencia ética e institucional de la Corte Suprema en este trance, perdurará

UN RETROCESO DEMOCRATICO

  Un retroceso democrático con perfume a cacerolazo ¡Qué lindo regalo nos dejó el gobierno de Javier Milei y Patricia Bullrich! Con el decre...